En el presente artículo centraremos nuestra atención en las piezas de
arte mueble halladas en una vasta área geográfica que abarcaría desde la actual
Alemania hasta Rusia, tomando como arco temporal el encuadre cronológico del
Auriñaciense (39.000 – 28.000 BP).
En primer lugar, debemos definir qué se entiende por Auriñaciense. Este término que, a priori, puede parecer extraño no es ni más ni menos que el tecnocomplejo o cultura que portaban los primeros Homo sapiens que irrumpieron en Eurasia hace unos 40.000 años. Así mismo, conforma junto al Chatelperroniense y el Gravetiense, un marco crono – cultural superior que se denomina Paleolítico Superior Inicial (P.S.I.). Este periodo se desarrolla, dentro de la cronología alpina, durante el estadial Würm III, entre el 40.000/35.000 al 21.000 BP, de la glaciación würmiense. Los humanos anatómicamente modernos continúan con un régimen económico fundamentado en la recolección y la caza oportunista, o lo que es lo mismo, no seleccionan las especies a depredar. Dicho sistema requiere de cierto grado de movilidad o nomadismo y densidades de población bajas, que disfrutan de un territorio considerable en secuencias de uno o varios años, desplazándose dentro de las áreas de recursos con campamentos temporales y partidas logísticas de abastecimientos puntuales en campamentos efímeros.
Partida de caza durante el Paleolítico Superior |
La
supervivencia del sistema implicaba entrar periódicamente en contacto con
grupos similares y establecer relaciones sociales sustentadas mejor por
vínculos parentales, con el propósito de encontrar pareja y eliminar el peligro
de la endogamia, así como transmitir el conocimiento sobre el medio y los recursos,
apaciguar los probables conflictos intergrupales al converger en una misma zona…
Además,
durante el Paleolítico Superior Inicial, donde los recursos escaseaban a causa
de los fríos glaciares, las necesidades de movilidad para la explotación del
entorno y los contactos regulares de los grupos conllevaron el establecimiento
de una amplia red de intercambio de información cultural y simbólica que
durante el Auriñaciense se plasma en la generalización en el territorio que nos
ocupa de los elementos ornamentales de carácter individual.
El arte mueble
Auriñaciense (35.000 – 30.000 BP)
Los primeros momentos del poblamiento del Homo sapiens en el continente europeo ofrecen, en torno al 40.000,
una enorme cantidad de ejemplares de adornos, de tal forma que resulta
frecuente ese tipo de piezas en todos los yacimientos Auriñaciense en incluso
en algunos horizontes neandertales aculturados como el Chatelperroniense del
suroeste francés o el Uluzziense italiano. Pero si queremos observar un arte
figurativo hemos de esperar hasta los albores del 35.000.
Resulta,
cuanto menos paradójico, que las primeras manifestaciones artísticas conocidas
(c. 34.000) reflejan verdaderas obras maestras, plenamente desarrolladas y en
material noble. Corresponden con una serie de esculturas de bulto redondeado en
marfil, por lo tanto sorprende no hallarse ante un arte tosco o apenas
esbozado, como cabría de esperar en estas fechas tan remotas en el inicio del
arte europeo.
Las piezas
de mayor antigüedad proceden de tres enclaves muy próximos del suroeste de
Alemania, donde los objetos descubiertos habrían sido depositados de manera
intencionada.
El primero de ellos, Hohlenstein-Stadel, fue excavado en la década de los treinta y en él se halló la conocida escultura del hombre-león de Stadel. Se trata de una figura de bulto redondeado de unos 30 cm de altura confeccionada en marfil y representando a un personaje masculino de pie y los brazos paralelos al cuerpo, pero su cabeza, tras un paciente proceso de restauración ha proporcionado un aspecto diferente al esperado, ya que desveló los rasgos propios de una leona (Wehrberger, 1994). La interpretación de esta obra resulta hoy en día muy difícil, debido principalmente a su antigüedad aunque cabe destacar ciertos paralelismos con otras criaturas híbridas que aparecen en las pinturas rupestres francesas. Un claro ejemplo de este paralelismo lo encontramos en la Cueva de Chauvet, donde aparece representado un hombre-bisonte. A pesar de estas similitudes, hay que aclarar que las figuras del arte rupestre francés son varios milenios más jóvenes.
El primero de ellos, Hohlenstein-Stadel, fue excavado en la década de los treinta y en él se halló la conocida escultura del hombre-león de Stadel. Se trata de una figura de bulto redondeado de unos 30 cm de altura confeccionada en marfil y representando a un personaje masculino de pie y los brazos paralelos al cuerpo, pero su cabeza, tras un paciente proceso de restauración ha proporcionado un aspecto diferente al esperado, ya que desveló los rasgos propios de una leona (Wehrberger, 1994). La interpretación de esta obra resulta hoy en día muy difícil, debido principalmente a su antigüedad aunque cabe destacar ciertos paralelismos con otras criaturas híbridas que aparecen en las pinturas rupestres francesas. Un claro ejemplo de este paralelismo lo encontramos en la Cueva de Chauvet, donde aparece representado un hombre-bisonte. A pesar de estas similitudes, hay que aclarar que las figuras del arte rupestre francés son varios milenios más jóvenes.
Hombre - león de Stadel |
Hombre - bisonte de Chauvet |
Otro yacimiento que ha proporcionado elementos mobiliares de excepcional factura es la Cueva de Vogelherd, situada a 3 km de la anteriormente citada. De ella se extrajeron más de una decena de pequeñas esculturas de marfil representando a carnívoros (felinos), mamuts, bisontes, un caballo y quizás un oso, un rinoceronte y lo que podría ser una aproximación a la silueta humana. Las figuras animales están perfectamente proporcionadas (salvo el caballo) y repletas de detalles corporales que llaman la atención por su minuciosidad, a pesar de que las extremidades quedan apenas esbozadas. La mayoría de los modelos presentan una serie de distintos signos salpicados por el cuerpo, en series de puntos, aspas y alguna que otra curva.
Caballo de Vogelherd |
Leonas de Vogelherd |
Mamut de Vogelherd |
Cabeza de leona de Vogelherd |
Algo más alejada (en torno a unos 40 km) aparece Geissenklösterle, yacimiento donde también fueron recogidos ejemplares muy similares a los anteriormente citados junto a un bloque pintado en rojo y en negro. Las piezas halladas consisten en una escultura de mamut muy completa, otra de oso más fragmentada, un bisonte y en una pequeña porción cuadrangular de marfil la figura en bajorrelieve de un hombre en posición orante.
Oso de Geissenklösterle |
Mamut de Geissenklösterle |
Placa con bajorrelieve humano de Geissenklösterle |
Por último, y en consonancia con la cronología que manejamos (32.000), tenemos la figurilla humana de Stratzing (Austria). Está elaborada en pizarra y perfila el contorno de una persona de pie, con un brazo sobre la cadera y otro hacia arriba, una protuberancia lateral tal vez indicaría un pecho por lo que estaríamos ante una de las figuras femeninas más antiguas.
Escultura humana de Stratzing |
Observamos, por tanto, como el arte mueble Auriñaciense de la Europa centro – oriental se caracteriza por un uso frecuente del marfil como materia artística y por un gran predominio de las figuras zoomorfas, siendo las antropomorfas muy minoritarias.
Bibliografía:
* SANCHIDRIAN, J.L., 2001: Manual de Arte Prehistórico, Ed. Ariel, Barcelona.
* CLOTTES, J. y LEWIS-WILLIAMS, D., 2001: Los chamanes de la Prehistoria, Ed. Ariel, Barcelona.
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